Como probablemente habrás notado, muchos de los mejores comunicadores emanan cierta confianza cuando hablan. Pero tal confianza puede resultar difícil de alcanzar, especialmente si luchas por sentir una clase de autoestima.
Muchos de nosotros tenemos la sensación de que somos inadecuados o que no merecemos el éxito. O quizás es la sensación de que nunca seremos capaces de hablar bien frente a los demás, así que ¿por qué molestarnos en intentar mejorar?
Este sentimiento de ser un fraude o no merecer la prosperidad, se conoce clínicamente como “Síndrome del Impostor” y está más extendido de lo que piensas.
El término fue popularizado por primera vez por la psicóloga Pauline Clance en 1978, quien estaba personalmente familiarizada con la condición. Clance había experimentado mucho éxito académico y profesional en su carrera, pero seguía sintiendo que no merecía elogios. En su mente, cualquier buena fortuna que recibiera era cuestión de suerte, y no era más que una impostora, especialmente en comparación con sus compañeros más merecedores.
En 1978, Clance realizó un estudio con otras 178 mujeres estadounidenses exitosas, en su mayoría blancas y de clase media, para ver si ellas también experimentaban el síndrome del impostor. Al final resultó que, la gran mayoría de estas mujeres también se sintieron inadecuadas o fraudulentas, a pesar de experimentar un patrón de logros que deberían haber demostrado lo contrario.
En 1993, Clance revisó el estudio, esta vez mirando a los hombres. Los resultados mostraron que, de hecho, los hombres estaban igualmente afectados por el síndrome del impostor. Pero la diferencia era que tendían a guardárselo para sí mismos y sólo admitían esos sentimientos si podían permanecer en el anonimato.
Como sabrás por experiencia de primera mano, este tipo de complejo de inferioridad es difícil de eliminar. Como mostraron los estudios, ninguna cantidad de éxito o logro fue suficiente para deshacerse de él. Lo que sí ayuda, sin embargo, es tener en cuenta cuán extendido está el síndrome del impostor y recordar que la mayoría, sino todos los seres humanos, lo padecen.
Cuando comprendas esto, podrás darte cuenta de que una de 2 cosas es cierta: o todo el mundo es inadecuado o el sentido de autoestima de todo el mundo no funciona correctamente. Sabiendo que la segunda opción es la verdad, puedes comenzar a detectar y reconocer el síndrome cuando comienza a aparecer, especialmente en esos momentos estresantes antes de tu próximo gran discurso.
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Matías
Coach Social
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